HISTORIA DE LA MODA: 2.4. LAS PIELES Y LA PELETERÍA
Las materias primas empleadas por el hombre prehistórico para vestirse responden necesariamente a las principales exigencias del clima y de las actividades de la vida cotidiana.
El frío seco y penetrante de los períodos del Paleolítico superior dejaba al hombre de las cavernas únicamente los dos o tres meses de verano para la caza, la de las manadas de caballos en el período Auriñaciense, la del reno a continuación. De ahí se deriva el predominio de pieles de animales para la protección corporal esencial en el duro clima de la última época glacial.
Las pieles ocupan un lugar importante no solamente entre los cazadores y pescadores del Paleolítico, sino también entre los agricultores del Neolítico siguiente, en la Europa septentrional y en una parte de la Europa del noroeste, Gran Bretaña incluida. Respecto la preparación de estas pieles se conocen los utensilios: raederas y rascadores hechos de láminas de sílex cuyo perfil, muy característico, no varía gran cosa durante el Paleolítico; cuchillos para cortar el cuero; peines de asta y cornamenta, utilizados en el Neolítico, que se parecen a los instrumentos empleados por los esquimales para aprestar sus pieles. El hombre primitivo utilizaba para el apresto medios químicos, como las sales de arcilla. A continuación las piezas se juntaban y cosían con hilos extraídos de nervios de animales o tomados de la crin y la cola del caballo, por medio de punzones y agujas de hueso, de marfil o de cornamenta de reno, provistas de ojo, que se han encontrado hasta las cuevas paleolíticas de Crimea. Se han hallado igualmente bastidores hechos de placas de hueso y atravesados por pequeños agujeros.
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